Todo comenzó cuando decidí hacer la ruta que me había contado mi hermano por la selva Valdiviana que él no había podido concluir.
Había invitado a esta travesía a varios amigos que tenían el equipo suficiente para realizarla, pero entre los «no puedo» y los que dicen que «sí vamos» con entusiasmo pero a última hora se arrepienten o arrugan… finalmente fui sólo, lo que no era novedad ya que encontrar una persona con el mismo estado físico o similar y que estuviera disponible es algo difícil, más aún cuando me dan esas ganas de ir a un nuevo lugar casi espontáneamente y vivir una pequeña aventura arriba de la bici.
Partí desde Niebla tomando el transbordador hacia Corral. Todo el trecho en barco suponía traspasar la mezcla de agua dulce proveniente de las desembocaduras de muchos ríos y el agua salada del inmenso Océano Pacífico.
De Corral a Chaihuín fue un trecho de asfalto con varias lomas que a ratos cansaban. A pesar de ser temporada alta, el limitado acceso desde el otro lado de la desembocadura es bastante limitado, lo que hacía muy agradable pedalear casi sin autos.
En aquel trecho me topé con una pareja de mochileros que hacían este tramo en bicicletas que les dieron gratis por unas 5 horas para recorrer la zona (jamás había escuchado de algún servicio municipal parecido… realmente una genial iniciativa). Los acompañé durante una cuesta hasta el mirador próximo.
Llegando a Chaihuín a medio día y con muchas energías aún para continuar, decidí seguir y pasar de largo ya que anteriormente ya había tenido la suerte de pasear en kayak por el río.
Un poco más al sur de este pueblo empezaba el camino de tierra y desde acá se ponía entretenido ya que la ruta sigue hacia el sur por la costa, lo que permitía a ratos observar el mar virgen de navíos, de un azul intenso entre los bosques que no hacían más que entregar una inmensa paz.
El sol de las 2 de la tarde ya empezaba a quemar la piel y cada vez más necesitaba hidratarme debido a la gran humedad del sector. Sumémosle una camino con piedras incrustadas en el suelo impacientes por terminar la paciencia de cualquiera.
Esta carretera de tierra alguna vez tuvo el fin de convertirse en una gran vía que conectaría toda la costa Valdiviana con el resto de Chile, pero gracias a presiones ambientalistas paralizaron las obras. Unos kilómetros más allá simplemente se terminaba y empezaba una forestal.
Desde este punto, donde ya no había más carretera, se adentraba alejándose sólo un poco de la costa pasando por un laberinto de caminos de un monocultivo de eucaliptos que si seguía la huella más transitada o más bien despejada podía llegar fácilmente, tomando muchas bifurcaciones que a veces me desorientaban, pero no era problema teniendo un GPS (Si, hice trampa jajajaja).
Luego de salir del laberinto llego al sendero Colun, que invitaba a adentrarse entre la selva hasta llegar al mirador de una de las lagunas gemelas.
Luego de quedar maravillado con la laguna y esta selva natural por supuesto no podía continuar sin tirarme unos piqueros y nadar es esas maravillosas, tranquilas y cálidas aguas.
Para llegar al lado accesible de la primera laguna tuve que rodearla, orillando al mar. Ahí me encontré con unas dunas gigantescas que como ya había averiguado, estas caían a la primera laguna formando una imagen maravillosa de este lugar, donde puedes ver y disfrutar mar, playa, dunas, lago, río y selva… todo en un mismo lugar.
Ante tan bello lugar y ninguna alma aventurera, decidí pasar la noche allí, junto a la laguna.
El día había sido agotador, entre un sol potente, varios kilómetros de andar en tierra y un trecho de arrastrar la bicicleta por la arena de la costa debido a la marea alta y además subir las dunas para encontrar una buena toma o a ratos captar una barra de señal para comunicarme.
Al día siguiente la opción de ducharme y nadar al mismo tiempo era irresistible. Realmente estaba en un paraíso visiblemente virgen gracias a que el acceso es un tanto difícil para vehículos y la gente que lo visita menos mal es consciente de tan bello lugar.
En esa mañana, entre duna, laguna y selva, si bien estaba completamente solo sin ningún humano alrededor, de todos modos habían compañías, especialmente hablando de los famosos tábanos. Si… esos que no les importa quién eres y te siguen al infinito hasta que logras atraparlos. Al principio fui menos cruel y sólo los retaba jajaja…
De todas maneras la única forma era atraparlos y darles un par de cachetadas para que no volvieran… si insistían, mi desesperación y nervios ya destrozados me hacían convertirme en un asesino en serie. En serio, que tengas uno, dos, incluso tres volando a tu alrededor es soportable pero tener 5 o más es desesperante, en ese caso lo único que alivia en algo es matarlos como puedas. Y no me refiero sólo a los que aparecen en la foto que son más tranquilos, sino a los famosos amarillos y grises.
A mediodía seguí más al sur y me topé con el río Colún. No se veía tan desafiante cruzarlo a pie pero con la bici sobre mis hombros, la arena de abajo y una corriente considerable que sobrepasaba mi ombligo me hicieron retroceder en la mitad del trayecto y ver otra manera de cruzar.
Por suerte un chico me alza la mano y junto a un kayak me indica que iba hacia a mí. Colocamos la bici sobre él y sin dificultad logró pasar al otro extremo del río, mientras yo lo hice caminando, pero ahora sin peso.
Me invitó junto a los suyos, que acababan de sacar choritos de la desembocadura, ofreciéndome abrir unos cuantos con limón.
Agradecido de su invitación y de haberme abastecido con tal manjar, seguí mi ruta por la costa, siguiendo sus indicaciones de no desviarme hacia la selva y seguir orillando el mar.
Un par de kilómetros más al sur me encuentro con un paisaje totalmente virgen, frondoso, natural y lleno de vida silvestre. Ya estaba inmerso en la selva Valdiviana.
Entre árboles y arbustos que no dejaban entrar la luz del sol, continué mediante un sendero sinuoso que no estuvo excento de caídas gracias a raíces, ramas y telarañas que pegaban en mi cara, así cruzando un par de vertientes.
Orillando siempre, bajé a unos roqueríos en los cuales tuve que cruzar con la bici al hombro y luego caminar por la arena arrastrando la bici a mi lado por unos 5 kilómetros hasta llegar a Hueicolla, una localidad apartada, con muy poco abastecimiento. Sin duda este Último tramo del día fué el más agotador.
Ya instalado en la tarde, junto a una hostería, fui y pregunté si tenían pan… no tenía la señora que atendía, pero me dijo rápidamente; «se lo tengo en una hora más» yo feliz ya que mi cuerpo pedía de este alimento tan esencial en mis viajes.
Instalé la carpa junto al río mientras esperaba que saliera el pan y en esto llega un par de polacos que venían llegando en avioneta, el piloto y su mejor amigo, visitando Sudamérica por el aire. Compartimos unas copas de vino y en esto ya estaba listo el pan. Comí, y al sobre.
Al día siguiente debía atravesar la selva de lado a lado en dirección a La Unión, realizando la ruta por un camino de tierra y pasar los 1100 msnm.
Sin duda fué la ruta más bonita, llena de verde, agua y vida.
Ya llegando al punto más alto de la ruta, comienza la reserva nacional Alerce Costero.
En uno de los descansos de la agotadora subida, para junto a mí una camioneta con una pareja de Alemanes, me preguntan por mis bolsos y luego de chamullar un poco en inglés jajaja me regalan una cerveza, así compartiendo el mejor refrescante universal.
Ya llegando a la entrada de la reserva empieza la bajada, en este sector se encuentra cercano el Alerce milenario y así las últimas vertientes y riachuelos, así que repongo, para luego afrontar las forestales de eucaliptos y así llegar hasta la Unión, mi ultimo destino.
En el último tramo hacia la Unión acampé en plena forestal de Eucaliptos, ya acabando todas mis reservas de comida y un litro nada más que me sobraba para afrontar el último tramo.
Este último tramo fue el más duro, teniendo que recorrer cerca de 30 kilómetros con solo un litro de agua, soportando un fuerte sol y una elevada humedad, además de un par de cuestas de las últimas colinas.
Hasta que finalmente empezaba un pueblo en donde una escuelita rural que se abastecía justo en ese momento con un camión aljibe. Tomé agua como nunca…
Ya en plano me recibían las colinillas de trigo ya cosechado, características de la zona sur de Chile.
Acá en este mapa satelital se aprecia la ruta a grandes rasgos.
Esta entrada tiene 11 comentarios
BUena Caleb!
Oye no tenis el GPX de la ruta?
La ruta se hizo a la antigüita: sin GPS. Pero puedes usar la aplicación Maps.me u otras similares para guiarte por las sendas de caminos forestales.
Geniaaaal esta buena la rutita, como lo hiciste para la vuelta?
Saludos gracias por compartir!
A la vuelta, fuimos a buscar a Caleb en auto, pero hay muchos buses de recorrido local en los pueblos y ciudades de la región, donde se puede subir la bici con equipaje y todo: siempre pidiendo permiso y dejando una propina generosa, para que al siguiente ciclista que les toque llevar, lo traten con cariño.
Compa, voy hacer esa misma ruta ahora entre navidad de año nuevo, y tengo un par de dudas respecto al equipamiento, te puedo pedir ayuda al respecto?
sepulveda.amaury@gmail.com
Hola Amaury,
Esta ruta es bastante técnica y requiere de equipo liviano y que soporte bien lo agreste del terreno. podría tomarte entre 2 y 4 días recorrerla. Durante varios trechos tendrás que empujar la bici. La región es muy húmeda y puede llover en cualquier momento. Es un camino perfecto para recorrerlo en MTB. No hay instalaciones turísticas, por lo que tendrás que llevar tu equipo de acampar en la bici.
Te recomiendo llevar una carpa de 3 estaciones y colchoneta, que podrás poner en el Arnés de manillar Yafün. La ropa la podrás poner junto al saco de dormir en el SeatBag AlienHead, que es 100% Impermeable. En un Framebag podrás llevar comida suficiente para toda la travesía, kit de cocina y herramientas. Un TTBak y TTBag podrán servirte para llevar barras energéticas, teléfono o GPS; y en el Stembag Cilíndrico o el Stembag Jumbo podrás llevar botellas de agua y más comida.
Recuerda tener un GPS y pilas de repuesto o un celular y cargador solar o dínamo: ya que es muy fácil perderse sin un mapa y no hay fuentes de electricidad en el camino… aunque si eres más experimentado, sería conveniente llevar un mapa impreso y brújula.
Estimado! muy agradecido por la info entregada, yo emprendo (solo porque mis amigos arrugaron) esta semana rumbo a Valdivia para comenzar mi ruta, pensaba ir desde Valdivia a Pucón, pero leyendo lo que expones, sin duda haré este trayecto, gracias x los datos! una consulta: el rio donde te ayudaron con el kayak a cruzar, se puede cruzar sin esa ayuda?
Luego de llegar a la Union, que ruta recomiendas para tomar rumbo a Pucón?
Gracias!
Hola buenas ,quería saber ,¿que tipo de carpa utilizan para estas travesías? Me compré una Doite Andina y estoy cayendo en la cuenta de que pesa mucho (4 kilos)
Cualquier dato se agradece!
Hola Yonathan,
Precisamente, 4 Kilogramos es mucho peso para acarrear en bicicleta.
Para viajar, te recomendamos buscar una carpa que no pese más de 2,5 Kg. Hoy en día hay muchas carpas ligeras para elegir.
Ten en consideración el tipo de clima que vas a tener en tu travesía:
– si vas a un lugar donde no llueve, una carpa de dos estaciones está bien;
– si la lluvia es una posibilidad, elige una de tres estaciones;
– y no acarrees una pesada carpa de cuatro estaciones, a menos que vayas a la nieve.
Hola!
Tremenda travesía.. estoy por hacer parte del tramo ya que soy de por aquí.
Quería consultarte, aproximadamente cuanto tiempo te tomó en ruta el tramo de Chaihuín a Hueicolla? Se puede acampar cerca de ese camino en caso de ser muy duro el tramo?
Gracias por tus sugerencias!
de Chaihuin a Hueicolla hay un día entero de viaje. No hay campings, pero hay muchos espacios para instalar tu tienda y pasar la noche.
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