El Cajón del Achibueno ubicado en el sector cordillerano de la comuna de Linares, es el primer Santuario de la Naturaleza de la región del Maule declarado en el 2015. El río nace desde la laguna del Achibueno, descendiendo por el valle y recorre las faldas del nevado de Longaví.
Gracias a presiones constantes de entidades ambientalistas y a la misma gente del sector se logró impedir la construcción de hidroeléctricas en el sector. Una gran noticia ya que el impacto ambiental que llevaría sería irrecuperable, implicando en el ecosistema mismo, turismo y un cambio de plusvalía, centrado en la explotación de recursos “sustentables”.
Partí desde Rari, un pueblo Rural sustentado principalmente del turismo y la artesanía en Crin, único en todo el mundo. Temprano ya, en dirección a Linares tome un atajo por el sector de san Antonio para llegar a la ruta que entra al cajón.
Llegar al cajón desde Santiago es muy fácil, se toma el tren de estación central hacia Linares, pagas un sobre equipaje por la bici, 5.000 y retomas en dirección al cajón de manera directa.
Ya llegando al cajón hay balnearios públicos y lugares donde termina el pavimento, una decena de kilómetros más allá del puente de entrada.
Cerca del Río aproveché de sacarle la tierra de la cadena y refrescarme un poco del calor Maulino, que en ocaciones de verano sus temperaturas son 2 grados más altas que en La Capital.
Luego unos kilómetros más allá está Pejerrey, un pueblo donde se puede uno abastecer de todo lo necesario para continuar el viaje por un par de días más adentrándose en bici o incluso 3 o 4 para los que llegan en trekking a la Laguna del Achibueno.
Más adentro, bordeando las faldas del Nevado de Longaví se abre la naturaleza, pasando ya el retén del sector Los Hualles. Es necesario el registro en carabineros ya que la accesibilidad es muy difícil más allá de este punto y hay pocos ciclistas que se aventuran más allá del Sector las Mulas o Monte oscuro. Eso sí, ver grupos de exploración, trekking o montañismo es muy común.
En el sector de monte oscuro el agua del Río aún es tibia y cristalina al igual que su comienzo. Hay campings donde poner la carpa, pero yo decidí acampar a un lado del camino, donde no había rastro de gente ni música a todo dar.
Quería estar conectado con la naturaleza oyendo los grillos y sapos, viendo luciérnagas rondar entre los arbustos y mi cama y mejor aún, poder sentir la sensación de la autosuficiencia y libertad que te entrega la bicicleta en un lugar así.
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Sobre las rocosas y empinadas rocas del cajón existen Pequeñas lagunas repartidas de infinita belleza